Ermita de San Bartolomé
La ermita de San Bartolomé, con su manantial y su huerta son de origen «Añover alto». La primera cita con la que contamos es de 1483. De hecho en 1530, dado su estado, se hizo necesaria su rehabilitación. Por entonces ya acogía dos reliquias, un dedo del Santo y un cabello de la Virgen. En el siglo XVII, inmersos en una corriente de renovación de templos, la vieja ermita fue sustituida por una nueva en 1676 gracias a la limosna de los fieles y a la que dio el Consejo de este pueblo, consistente en 4.000 reales. Por estas fechas, su manantial de aguas curativas ya era famoso.
Con la nueva ermita, el siglo XVIII trajo un periodo de esplendor. Así en 1764 se adquiere el actual trono de plata realizado por el artista platero Manuel de Bargas. Constaba de una sola nave con su capilla mayor construida en 1795 por Pablo Caprani, en cuyo centro se levantaba un retablo de escayola donde se halla la venerada imagen del Santo.
Al entrar a la ermita, a su izquierda, se hallaba la escalera que da acceso a la cueva en que, por cinco aberturas naturales de las breñas, destila la prodigiosa agua con que se lavaba a los enfermos. Como se relata desde 1840, las aguas de San Bartolomé podrían tener la cualidad de curar enfermedades, por lo que se lavaba a diferentes personas para curar roturas y quebraduras del cuerpo.
La actual Ermita de San Bartolomé se asienta sobre los cimientos de una ermita anterior, derribada por deterioro. La construcción de la nueva ermita comenzó en 1977 y finalizó dos años después, gracias a la aportación voluntaria de materiales y donativos populares. El presbítero fue restaurado con piedra de altar de granito. La obra comenzó en julio de 1991 y se terminó en apenas un mes.
Hoy en día San Bartolomé continúa siendo el patrón de Añover de Tajo y en su honor se celebran las fiestas patronales que dan comienzo el 24 de agosto.
Durante las fiestas patronales en honor a San Bartolomé, del 23 al 28 de agosto, la imagen del santo deja su ermita y es llevada en procesión a la parroquia Santa Ana hasta su regreso tras las fiestas.
El doctor Limón Montero en su libro Espejo cristalino de las Aguas de España (1679), dice así:
«En la villa de Añover de Tajo hay una fuente en una ermita del glorioso apóstol San Bartolomé, a cuyas aguas acuden muchos dolientes como único asilo de sus enfermedades. Está la fuente en una cueva dentro de la ermita, y nace en medio de un peñasco por cuatro manantiales y será el caudal de todos como el grueso de una muñeca humana. Los efectos de las aguas son infinitos, porque habiéndoselas bebido en diversas enfermedades se ha reconocido en ellas gran virtud para su curación; para lo que singularmente se usan es para curar heridas intestinales. En confirmación de ello diré lo que sucedió este año pasado de 1678, que estando en la villa un escribano de la villa de Madrid que padecía una hernia intestinal muchos años había, y oyendo decir que las aguas eran provechosas para dicho mal, se bañó con el agua de dicha fuente la parte de la rotura encomendándose a San Bartolomé, y fue cosa maravillosa que con el dicho lavatorio quedó sano, recogiéndose los intestinos arriba a su lugar. Lo cual visto, subió a dar gracias a San Bartolomé y ofreció al apóstol un cuchillo de plata, que tiene hoy en la mano, en acción de gracias».